Adair Navarro

Nací un 28 de febrero del año 1990, el menor de tres hijos. Crecí en un pueblo pequeño que hasta ahora amo con gran parte de mi corazón. Ahí aprendí muchos valores, siempre rodeado de gente con mucha bondad y generosidad, personas sinceras, muy humildes y trabajadoras.

Siempre me gustó trabajar, desde pequeño le insistí a mi padre que me permitiera y que me enseñara a trabajar, pues sabía que sólo así podría comprar lo que deseaba sin que nadie me dijera nada: dulces y juguetes, la felicidad de cualquier niño.

Descubriendo mi primera pasión

Recuerdo como si hubiera sido ayer (tenía aproximadamente 6 años) el día en que vi a un conocido (recién se había comprado su computadora, por cierto, bastante costosa) navegar por Internet, me asombró la facilidad con la que encontraba contenidos (a pesar de la lentitud del “dial-up”) y que además se comunicaba a través de chats. Ese día marcó mi vida para siempre, pensé “¡tengo que estudiar algo que me permita usar computadoras todo el día!” y no estaba equivocado, hasta la vez me emociona la tecnología informática y me apasionan las novedades.

Pensaba que la vida era color de rosa

Siempre tuve el apoyo de mis padres, lo cual hasta la fecha agradezco infinitamente. Cuando estaba por culminar mi nivel medio superior educativo, investigué sobre las mejores universidades para cumplir mi sueño de ser Ingeniero en Sistemas Computacionales (ISC), y me encontré con la Escuela Superior de Cómputo (ESCOM) del IPN, ingresar no fue nada fácil, pues recién había egresado de una institución del estado de Guerrero con un buen promedio pero con deficiencia por el nivel académico del estado. No tuve éxito en mi primer intento de ingreso, pero la vida me sonrió en el siguiente intento (semestre 0, llamado en aquel entonces).

La primera vez que vivía lejos de mi pueblo, el primer mes todo era perfecto, con emoción y una gran motivación, pero comenzar a ser independiente, con tan solo 18 años de edad y sin experiencia de vida en una ciudad tan grande (CDMX) me hizo ver mi suerte y encontrarme con el primer fracaso de mi vida. Por muchos factores (emocionales y económicos) tuve que abandonar la escuela y regresar al pueblo que me había acogido desde pequeño, este hecho marcó mi vida para siempre, pero no mató mi sueño.

Mi siguiente oportunidad la encontré en Acapulco, con el invaluable apoyo de mi familia logré cumplir mi sueño de convertirme en ISC, pues bien, ya tenía la carrera y ¿qué seguía?

Encontrándome con mi segunda pasión

En ese entonces, la situación crítica en la que se encontraba Guerrero me impedía encontrar inclusive un buen lugar para realizar mis prácticas profesionales, tampoco quería atender a un Cyber café y Acapulco no me daba para más. Entonces tomé otra de las decisiones importantes de mi vida, ir a probar suerte a Querétaro aún sin conocer a nadie radicando por allá.

Querétaro me ofreció la oportunidad de adentrarme al Aseguramiento de la Calidad del Software y además me regaló amigos que aún conservo con mucho cariño y que hasta la fecha visito de vez en cuando.

Las oportunidades en la CDMX me incitaban a regresar a esa ciudad que en una ocasión ya me había tratado de manera no tan amable. Jugosas ofertas laborales me animaron a vencer el miedo que un día le llegué a tener a la inmensa ciudad.

Hoy en día

He conseguido amplia experiencia en el aseguramiento de la calidad del software (SQA, o Software Quality Assurance), participando en los proyectos desde el levantamiento de los requerimientos, hasta la entrega de la aplicación.

Actualmente me encuentro a cargo de la implementación de CMMI (nivel 3) en Hova Health (para mi un gran orgullo), por lo que gestiono y coordino la creación, mejora e implementación de los procesos organizacionales con el objetivo de mejorar tiempos, productividad, agilidad, calidad y felicidad en los colaboradores.

También desempeño otros roles como administrador de la configuración, capacitador, líder de pruebas, coach, tester y SCRUM master dentro de mi equipo de SQA.

Me encuentro en una etapa de constante aprendizaje, mejora y aceptación de nuevos retos a los cuales ya les he perdido el miedo.  ¿Qué más te podría contar de mi?